17 de abril de 2018 à 09:47
Atontados por el fútbol
Ha llegado hasta nuestra manos, este maravilloso libro. En el cual muchos padres, madres y entrenadores, se pueden ver reflejados. A lo largo de las páginas del mismo, hace un recorrido en tono humorístico, de la distinta tipología que podemos encontrar cada fin de semana, sentados (o inclusive de pie) en cualquier grada de los campos de fútbol base españoles (supongo, que inclusive podría decir "CAMPOS DEL MUNDO").
Os recomendamos comprarlo, y cada vez que tengamos un ataque de padre/madre o entrenador, leamos atentamente el libro, y veamos como nos ve el mundo. Por si alguno, no decide comprarlo por el momento, colgaremos cada día en nuestra web, un tipo de los distintos protagonistas del mismo. Con ello, intentamos además de que os riais un buen rato, intentar demostrar a los padres, madres y entrenadores, cuanto daño hacemos al auténtico protagonista de la actividad, EL/LA JUGADOR/A.
Para empezar, nos toca el PADRE DEL CRACK
Dícese del padre que tiene la suerte (o por lo menos eso cree él, su familia e incluso algunos amiguetes palmeros, que siempre alaban las hazañas de su retoño para poder pillar cacho en el chiringuito cuando acaba el partido) de no tener un hijo que juega al fútbol, sino la auténtica reencarnación de Maradona: esa perla, ese diamante en bruto, envidia de las mejores canteras del mundo.
Padre que sabe, y así lo hace saber a sus amigos, familiares, compañeros de trabajo, dependientes de tiendas deportivas, cajeras de supermercados e incluso al farmacéutico del barrio cuando va a controlarle el peso, que su niño es un auténtico crack de la pelotita. El niño se pasa con los bocadillos y tiene que estar en peso para poder dar su mejor nivel.
Julio, el Padre del Crack, entra en la farmacia y dice:
-Buenos días, aquí estamos para ver cómo anda de peso el niño...
El farmacéutico responde:
-Parece que está bien.
-Vamos a pesarlo. Es que mi hijo está jugando en "el mejor equipo" FC y tiene que dar el cien por cien. Lleva ya cinco años y cada vez la cosa es más difícil... Es un crack: ha ido a la selección sevillana y está convocado por la andaluza. Han venido a seguirle los ojeadores del Real Madrid y Barça... ¡Éste me saca de pobre, ja, ja, ja!
-¿Sí? Me alegro por el niño y por usted. Pues ya sabes... ¡Menos bocadillo, crack!
Mientras el Padre del Crack se marcha de la farmacia con su pequeño Buda dorado bajo el brazo, el farmacéutico, con cinco años de universidad y otros diez de empresario adinerado, piensa: "Vaya si es tonto, ése no llega ni a utillero del primer equipo... Bueno, a eso quizás sí... Si es que son todos iguales... Si le dijera yo a éste todos los que entran aquí diciendo que sus hijos van a ser estrellas de fútbol... ¡Unos cada tres horas!".
El Padre del Crack es fácil de detectar, no solamente en un campo de fútbol sino en cualquiera de sus interacciones sociales: en el trabajo, en el médico e incluso en los baños cuando comparte urinario. Después de dos minutos en cualquier tipo de conversación, suelta, aunque ni pegue en ella ni tenga sentido alguno, frases como: "¡Uf, se ha salido hoy! No veas qué lección de fútbol le ha dado al resto de niños", "Hoy ha metío cuatro goles. ¿Un espectáculo" Es normal que todo el mundo lo admita: "Este niño come del fútbol, llegará lejos", "Está por encima de sus compañeros. Cuando lo quitan, el equipo no hace nada, pero sale él y lo arregla de inmediato".
Durante un partido de su hijo, el Padre del Crack se asemeja al palomo en su fase de cortejo: se pone en medio de la grada, sacando pecho y con actitud chulesca, como un artista de rock enfocado por el cañón luminoso. Él lo sabe: "Todos me miran y es normal. Soy el padre de la criatura, tengo que ser la envidia del respetable, tengo un crack..."
Bueno, lo dicho: un puto crack. Si pudiera se pediría un autógrafo a sí mismo, pero todavía no ha llegado al momento estelar de su actuación. En todo espectáculo existen momentazos, como pueden ser en un concierto la canción más conocida o en una obra de teatro la escena más representativa; aquí se da en ese instante, cuando su amado hijo marca un gol... Es ahí cuando el Padre del Crack llega a su mayor éxtasis y popularidad, su hijo se acerca a la grada donde se encuentra y le señala con su dedo para dedicarle o más preciado que puede ofrecerle: EL GOL. Ha sido bendecido por el crack, por el dios del fútbol; así podrá decir eternamente "Soy el Padre del Crack, por los siglos de los siglos, balompié".
Fuente: Atontados por el fútbol
Autores José Ignacio Navarro Díaz y Alberto Martín Barrero
Editorial Samarcanda
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